La Integración de la
Homosexualidad en las Aulas.
Alejandro García Castillo.
La homosexualidad es la orientación sexual de las
personas que se sienten atraídas afectiva y sexualmente por las personas de su
mismo sexo. Las personas que sienten atracción por ambos sexos son bisexuales.
Estas categorías, como cualquier clasificación de los seres humanos, no son
absolutas.
La orientación gay y lésbica no debe confundirse con la
transexualidad, el transformismo o el travestismo. Transexual es la persona que
tiene el cuerpo de un género diferente a su género psicológico. Transformista
es la persona que realiza espectáculos en los que se viste con las ropas del
otro género. Travestida es la persona que disfruta vistiéndose con ropas del
género contrario. Tanto los transexuales como los transformistas o los
travestidos pueden ser hombres o mujeres, heterosexuales, homosexuales o
bisexuales. Hay que distinguir siempre entre género, orientación sexual y
práctica sexual.
Diversas son las teorías científicas que durante estos
tiempos se han desarrollado para explicar el origen de la homosexualidad. Bien,
pues hoy por hoy no existe ninguna teoría científicamente comprobada que
explique el origen de la orientación sexual (tanto homosexual como
heterosexual) Tampoco hay constancia de que se haya podido cambiar la
orientación sexual de nadie con ningún tipo de terapia. Ya en 1954 la Dra. Evelyn Hooker aportó las pruebas
concluyentes para demostrar que la homosexualidad no puede ser considerada una
enfermedad. En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría fue la primera en
tachar la homosexualidad de su lista de patologías y un año después hizo lo
mismo la Asociación Americana de Psicología. La Organización Mundial de la
Salud lo hizo en 1991. Hay encuestas fiables que dan una tasa del 10% de
homosexuales en la sociedad. Con estos datos no está de más suponer que haya de
dos a cuatro adolescentes gays o lesbianas por aula, lo que supone muchas decenas en cada centro
educativo.
La orientación sexual es involuntaria. Aunque hay gente que
descubre su orientación gay o lésbica en diferentes etapas de su vida, la
mayoría comienza a hacerlo en la preadolescencia y lo desarrolla en la
adolescencia. Según la Dra. Sonia Soriano Rubio, una de las autoras de las
escasas investigaciones sobre homosexuales, en España el 88% de los gays y el 79% de las lesbianas toma conciencia de su propia
homosexualidad antes de los 19 años, y es más, el 61% de los gays y el 33% de las lesbianas lo hacen antes de los 14
años. No se trata de un descubrimiento de un día para otro, sino de un proceso
de conocimiento que suele desarrollarse en las siguientes etapas:
Por supuesto, estas etapas son una abstracción que no
siempre se corresponde con los casos particulares.
No todas las personas que sienten atracción por individuos
de su mismo sexo terminan por desarrollar una identidad lésbica o gay. Ni todas
las que tienen prácticas homosexuales necesariamente son lesbianas o gays. Hay quien se reconoce como lesbiana o como gay antes
de mantener ninguna relación sexual.
Durante ese proceso de aceptación hay un factor determinante que es la homofobia cultural española. La homofobia
es el nombre que se da a las conductas de condena y/o rechazo de la
homosexualidad. La homofobia suele provocar violencia
directa, institucional, social, etc. En los centros educativos son comunes los
chistes sobre la orientación sexual, los términos “marica”, “maricón” o “torti” y “bollera” utilizados como insultos… Este uso del
lenguaje violenta a los jóvenes gays o lesbianas que
lo escuchan. Les advierte del peligro de expresar libremente su orientación, lo
que ralentiza el proceso de aceptación y les hace vivir en el miedo a ser
rechazados. No hay nada que distinga a los homosexuales de los demás. Por eso, la
gente habla de los homosexuales como si no pudieran estar delante. La pluma,
tanto masculina como femenina, no es patrimonio de la orientación homosexual.
Ni todos los gays son amanerados ni todas las
lesbianas son camioneros. Pero todos merecen el mismo respeto.
La homofobia hay que
eliminarla de la escuela con el respeto hacia las diferentes orientaciones
sexuales y los estilos de vida que conllevan, así como dotar de información
sobre las mismas de manera natural en la enseñanza. Esto es, ni más ni menos,
lo que señala nuestro sistema educativo actual en las transversales
Educación para la Salud, Educación Sexual, Educación para la Paz y Educación
Moral y Cívica. De igual modo habría que cuidar el vocabulario empleado y tener
en cuenta que en cada explicación que se hace en un aula, hay delante jóvenes
de todas las condiciones o, al menos, con dudas sobre su sexualidad. Se ha
hecho un esfuerzo importante por erradicar el sexismo del sistema educativo.
Este esfuerzo puede aplicarse igualmente a la orientación sexual. Cuando se le
habla a una chica de la posibilidad de tener pareja, por ejemplo, no se debe
dar por sentado que ésta será un chico. Del mismo modo que se está realizando
un esfuerzo importante por suprimir el sexismo del lenguaje educativo, se puede
hacer lo propio para eliminar el heterosexismo. Hay
numerosos términos y frases de uso cotidiano que, en realidad, transmiten
prejuicios arraigados contra la homosexualidad. Es responsabilidad fundamental
de los profesores erradicar esa tradición que tan negativamente afecta a muchos
jóvenes.
Parte del proceso de normalización de la orientación homosexual
en el ámbito escolar estaría conseguido si las profesoras lesbianas y los
profesores gays pudieran expresar su vida afectiva y
hablar de su vida familiar con la misma libertad que gozan sus compañeros
heterosexuales. Sin embargo, es en la educación donde está más condicionada
esta libertad. Los prejuicios, el miedo y la ignorancia de una gran parte de la sociedad
siguen pesando sobre la pedagogía empujando a profesores homosexuales a disimular
y esconder su orientación bajo amenaza (normalmente implícita, en ocasiones
explícita) de tener serios problemas o incluso de perder su puesto de trabajo
si son docentes en centros privados o incluso concertados.
Corresponde a las autoridades educativas crear un marco
lo suficientemente explícito para que no pueda haber ningún tipo de
ambigüedades y parar de una vez la ley del silencio en una realidad ya muy
palpable. Además, generalmente los profesores no están preparados para
enfrentarse a los problemas que puedan
vivir los adolescentes de orientación
homosexual. Es importantísimo que no sólo el personal docente, sino todo el personal
de los centros de enseñanza sea formado en este
sentido y que se comprenda la específica problemática de una “salida del
armario”. Todas las cuestiones relacionadas con las
orientaciones sexual deben tratarse de la forma más abierta posible para
que los jóvenes no tengan la impresión de que se trata de un tabú, de algo de
lo que no se puede hablar.
“Salir del armario” es como habitualmente se conoce al
reconocimiento de la orientación homosexual ya que los heterosexuales no deben
pasar por el acto de autonombrarse porque se da por supuesto que son
heterosexuales (llegará el día en el que todos tengamos que decir nuestra
condición sexual y esta no se de por supuesta). En ese momento de
reconocimiento, de “salida del armario”, los adolescentes necesitan especial
ayuda. Este particular rito de tránsito puede ser muy duro y complicado. Hay
que procurar que los jóvenes lo lleven a cabo en un ambiente de libertad y
confianza que les permita desarrollar su personalidad y autoestima sin que
éstas se vean dañadas por experiencias traumáticas. Es importante que tengan a
mano una dirección o un teléfono en el que puedan compartir impresiones y
experiencias con profesionales expertos o con otras lesbianas o gays. En los centros educativos hay orientadores y tutores
que deberían estar preparados para ayudar a los adolescentes en esta situación.
La familia es especialmente problemática.
A menudo los padres también necesitan información y
ayuda. Pues son estos quienes deben ayudar a sus hijos a atravesar un proceso
que ya la sociedad lo hace bastante duro. Los padres deben tener claro que no
hay culpa ninguna y que ellos no han influido en nada en la orientación sexual
de su hijo y no está de más advertir de nuevo que no hay cura pues no es una
enfermedad, los psicólogos no tienen terapias para cambiar un orientación pero
si pueden ayudar a las familias a entender la condición de sus hijos.
Con la presencia de gays,
lesbianas y transexuales en la vida pública, la situación va mejorando, el tema
empieza levemente a dejar de ser tabú en el Sistema Educativo. Nuestro Sistema
Educativo debería ser un ejemplo de respeto por la diversidad, nuestro Sistema
Educativo debería enseñar a vivir de acuerdo con las normas democráticas de
nuestra constitución para que los adolescentes puedan desarrollar libremente su
identidad, y en el cual su integridad física esté garantizada.
Mientras que los chicos y chicas heterosexuales
desarrollan sus habilidades sociales para enamorar a la persona elegida, las
lesbianas y gays, por miedo de ser discriminados, se
ven obligados a retrasar este desarrollo, o a practicarlo en el secreto. Porque
no olvidemos que la materia sensible de la que tratamos son seres humanos en
proceso de formación y que los años perdidos en la reafirmación de la identidad
de un muchacho o muchacha son irrecuperables. Cada año que dejemos pasar supone
que miles de adolescentes se formarán psicológicamente desde el miedo, la
angustia, estados depresivos, sentimientos de soledad y de distanciamiento de
su entorno, etc.
La doctora Sonia Soriano Rubio en su investigación
"Cómo se vive la homosexualidad y el lesbianismo" concluye que más
del 95% de los gays y lesbianas se siente más feliz
después de haber salido del armario. Nuestro Sistema Educativo no tiene en
cuenta esta cuestión, es más, la mayoría de los profesores desconoce cómo puede
vivir un adolescente el proceso de salida del armario. Algunos, incluso niegan
que existan adolescentes gays o lesbianas.
Ponte en su situación o piensa el caso en el que fuese
la opción heterosexual la que estuviese discriminada y obligada a permanecer en
secreto ¿Cómo te gustaría que te ...?. Piensa y actúa.