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aldadis.net nº1 mayo de 2004 |
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¿Aulas o jaulas?. |
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Alejandro J. García Castillo
Nos conmocionan los hechos puntuales de agresividad, pero no encontraremos las herramientas para combatirla si no vemos el conjunto de las relaciones sociales y las circunstancias personales que los provocan.
Las últimas décadas del siglo XX se han caracterizado, entre otras cosas, por la creciente violencia que se manifiesta en diferentes escenarios y que adquiere diversos rostros: desigualdades y discriminación, hostilidad y acoso, daño ambiental, desocupación y hambre, conflictos y guerras...
Todos esos rostros nos ubican ante grandes dilemas que, por su relevancia, nos inducen a transformarlos en problemas, buscar alternativas y a adoptar acciones específicas para resolverlos en forma creativa y pacífica, sin violencia física ni simbólica.
La violencia, la intolerancia y la discriminación están en los sistemas sociales, políticos y económicos de este mundo globalizado. La negación de los derechos de distintos colectivos, el hambre o el racismo son algunas manifestaciones de la violencia estructural. Y es en este marco donde se constituye la agresividad actual
En este contexto, es importante que niños y adultos, hijos y padres, alumnos y docentes, puedan reflexionar y analizar situaciones conflictivas y analizar temas como: violencia y paz, conflictos y guerras, distribución del poder, justicia, sexología, problemáticas ambientales, futuros alternativos, etc., y, a partir de esto, generar una preocupación ecológica, un compromiso por la justicia, unas responsabilidades y una "apertura mental" que posibilite una convivencia en el marco de la diversidad, lo crítico y comprensivo y la cooperación y el respeto mutuo en la resolución de conflictos.
Considerando todo esto, es posible hallar en la escuela modos alternativos para la educación personal y modos de organización social que permitan formular alternativas que sirvan para transmitir normas sociales, valores y el respeto por las diferencias.
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